Empezar porque si, para acabar justo cuando uno lo decide, no antes, no después, menos cuando los demás te lo digan. Terminar cuando sabes que de tanto intentar y fracasar has aprendido que no importa cuanto se sufra porque al final siempre conseguirás algo. Así debería de ser.
Recuerdo haberlo conocido afuera de una tienda de conveniencia después de pedirle ayuda para arrancar mi carro. Le ofrecí unas monedas pero con una mirada las rechazo y a cambio me pidió la bolsa de frituras que acababa de comprar. Se la di y sin pronunciar palabra alguna se alejó. Así paso el tiempo hasta una tarde regresando de una fiesta decidí bajar a la misma tienda a comprar cerveza, y ahí lo encontré de nuevo, esta vez fui yo quien se acerco, y le ofrecí una, misma que tomo sin mirarme y sin saber porque pero me sentí muy cómodo a su lado, le pregunté su nombre, le dije que me sentía confundido, le conté un poco de mi, pero no recibí respuesta, me quedé un rato en silencio hasta que me levante para subirle el volumen al stereo de la camioneta. Llegó la noche y comencé a entender cada vez menos, así que me despedí, aunque no le importara. Así pasaron unas cuantas semanas y sentía que tenía que regresar a platicar con el, por fin había encontrado a alguien que me escuchara sin interrumpirme, sin juzgarme, sin cuestionarme y sólo a cambio de unos cigarros y cervezas. Un verdadero amigo. Muchas veces lo busque, pero sin suerte, porque a leguas se notaba que era un trotamundos, Y me intrigaba el contraste que provocaba su rostro que pareciera estar siempre en paz con aquel paisaje tan horrendo y olvidado por Dios, ya no me quedaba duda de que era un ser demasiado especial. Una tarde me senté a su lado y seguí contándole cosas sin relevancia: le hablé sobre mis amigos y sobre mi familia, sobre el amor. Al final, lo mismo, ni una sola reacción especial hubo ante mi presencia.
Así paso el tiempo conmigo sentado a su lado contándole mi vida, y aunque por momentos pensaba que no le interesaba nada sabia que en el fondo extrañaba cuando no iba a visitarlo y poco a poco sin querer me fui convirtiendo en algo similar a él, poco a poco deje de interactuar con los demás para pasar mas tiempo a su lado, llegó el tiempo en que me corrieron del trabajo, y mi familia se preocupaba por mi perdida de peso, de interés por la vida y la gente, mi falta de sonrisa y amor por las cosas, cuando lo escucho tampoco dijo nada pero se que le alegro el que me haya librado de los malos ratos, tratos e hipocresía de la gente, los amigos y alejarme de la familia.
Una noche después de pelear con quien siempre quiso cambiarme decidí salir para no volver y tome camino para con él, llegue como siempre sin decir nada y me dio la seña de que lo siguiera, como si ya supiera lo que había ocurrido, caminamos un rato, subimos por un cerro y al llegar casi a la cima nos detuvimos, la noche era fresca y al voltear la vista admire el paisaje mas horrendo del que tenga memoria todo lucia a la distancia lleno de basura, contaminación, calles sin ningún sentido, ruido, cables, y recordé cuando todo eso era un lugar verde con arboles y me atrevo a decir que habían y eran felices varias especies de animales, y ahora solo se escuchaban perros y gatos peleando por territorio, ahí en el mismo lugar donde las aves cantaban a diario de marzo a junio, un lugar donde cualquier persona podía enamorarse y ser feliz, ahora solo había un basurero y así nomas de repente comencé a sentir aun mas odio por la gente... Por el mundo entero, sentí como me llene de nostalgia combinada con rabia y coraje, no pude mas y solté el llanto, y fue cuando me tomo del hombro y al voltear la vista me tope con la suya y me asuste porque aunque tenia los ojos cerrados pude ver a través de sus párpados, pude ver su mirada llena de tranquilidad, y del miedo pase a la calma, fue cuando me di cuenta de donde estaba, era un pequeño terreno que estaba rodeado por pinos de gran punta que al contraste de azul de media noche pareciera tener enormes muros con picos de castillos, y de repente todo se hacia gigante y yo ahí en medio de la noche que ahora me cubría y daba seguridad al mismo tiempo, y no sólo tenía pinos, también varía plantas venenosas que cuidaban ese pequeño castillo hecho de láminas de cartón y aluminio con muebles que seguramente recogió de la basura pero qué lucían confortables, nos sentamos e intente describirle la sensación de comodidad que me brindaba su "casa" y el color del agua, el sabor del viento, y el sonido de la noche. —¿te sientes bien aquí?— me dijo.
Por fin me había dado unas palabras y yo que tanto y tantas veces no paraba de hablarle, ahora no sabía que decir. Y lo único que se me ocurrió fue asentar con la cabeza que si. Se dirigió a mi y simulando que me deba unas llaves me dijo.—tómalo es tuyo, haz de este lugar lo que quieras pues ahora se que haz comprendido qué el paraíso está prohibido para los idiotas—. Dicho eso dio media vuelta y se alejó, para de nuevo empezar porque si, pero para acabar no se cuándo... Bueno con permiso tengo que descansar porque mañana tengo que dirigir mi reino de mugre, de tiliches que nadie quiere y que yo les doy vida nueva para seguir gozando. Ahora tengo un reino donde la nada es el límite.
No hay comentarios:
Publicar un comentario